domingo, 10 de agosto de 2008

Broad Street

Devoro la belleza de tu rostro:
el compacto del polvos, colorete,
algo de negro rimel de pestañas,
el sombreado de párpados y crema
facial. En ti saben a pan angélico.

Arribo a la pintura de tus labios
que consumo anhelante y te arrebato
decenas de microbios deliciosos
que tu lengua transporta hasta la mía.

Y desde tus arroyos de saliva
mi beso se desliza por tu cuerpo
sorbiendo las bacterias que pululan
sobre tu bodycream y el tembloroso
rocío de tus gotas de sudor.

Y dejas, por fin, libres e incitantes
las sendas que conducen a tus sales
vaginales o llevan a tus heces.
Y me deleito en tus ofrendas máximas.

Me pregunto, no obstante, quién tú seas,
pues no eres esa máscara que pones
a mi disposición. Mas no investigo.
A esa no tú que muestras yo la adoro
y es la que deseo al ir contigo.

José María Fonollosa.
Del libro "Ciudad del hombre: Nueva York".