martes, 15 de septiembre de 2009

I

Entra la aurora en el jardín; despierta 
los cálices rosados; pasa el viento 
y aviva en el hogar la llama muerta, 
cae una estrella y raya el firmamento; 

canta el grillo en el quicio de una puerta 
y el que pasa detiénese un momento, 
suena un clamor en la mansión desierta 
y le responde el eco soñoliento; 

y si en el césped ha dormido un hombre 
la huella de su cuerpo se adivina, 
hasta un mármol que tenga escrito un nombre 

llama al Recuerdo que sobre él se inclina... 
Sólo mi amor estéril y escondido 
vive sin hacer señas ni hacer ruido.

Enrique Banchs.

De "La Urna".

2 comentarios:

J. Rogelio Rodríguez dijo...

Necesaria, tu bitácora, Dostoievski. Versos turbadores, siempre.

Un abrazo.

Fiodor M. Dostoievski dijo...

Muchísimas gracias, Rogelio. Me interesaba con este Blog recuperar la voz de poetas que no suelen estar en los manuales; o bien de prosistas cuya poesía está relegada, más o menos, al olvido.
Un abrazo y me alegra leerte por aquí.